miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL FIN DE UNA ÉPOCA

Si alguien se toma la molestia de buscar en cualquier página en Internet frases que definan lo que supone la derrota, encontrará multitud de ellas que tienen como denominador común el intento de minimización de sus daños a través de juegos de palabras ingeniosos. Es loable y muy propio de nuestra condición humana tratar de justificar los acontecimientos a través de factores externos como método de expiación de nuestras culpas, al mismo tiempo que nos colocamos en disposición de volver a cometer los mismos errores que nos han llevado hasta sus brazos. Todos hemos utilizado este mecanismo (y yo el primero estos días en algunas de mis declaraciones), como ungüento para apaciguar el dolor.


Así, el "Yo no envié a mis naves a luchar contra los elementos" que se le atribuye erróneamente a Felipe II, sirve de coartada para enmascarar que al frente de la Armada Invencible (título irónico donde los haya) no había un comandante preparado para conducir las naves adecuadamente a través de esa tormenta. O que éstas no eran todo lo guerreras y gallardas que se les presumía. Incluso que los británicos no eran el ejercito de pusilánimes y corsarios que pretendía asegurar la propaganda española de entonces.


Y por ello, los socialistas ante los resultados del pasado 20 de noviembre de 2011, no podemos justificar únicamente la espantada de votos que hemos tenido por la crisis económica que padece el mundo y nuestro país desde hace ya unos años. Sobre todo porque cuando el objetivo es levantarse y volver a andar, el primer paso que debemos dar es reconocer que antes hemos tropezado.


Las circunstancias económicas han sido el marco en el que se han desarrollado los acontecimientos sobre los que el PSOE ha tenido el papel de ilustrador principal. A nosotros nos correspondía la titularidad del Gobierno de España y de algunas de las CCAA más importantes del país. Y ha sido las decisiones que hemos adoptado las que nos han llevado a perder una parte muy importante de la confianza que los ciudadanos depositaron unos años antes en nosotros.


Éramos conocedores de esta situación y, sabiendo que el votante elige en función no de las promesas electorales, sino de los incumplimientos y de las gestiones realizadas en los años anteriores, nuestra campaña se había centrado en tratar de recuperar esa confianza perdida, así como en evitar la desabandada hacia la izquierda que ha sido nuestra verdadera sangría. Pero ya era tarde. 


Así que mi intención es enumerar algunas de las claves que explican los resultados obtenidos mientras, con toda humildad, sugiero cuáles podrían ser posibles soluciones que podemos aplicar en el futuro. Allá voy.

- La comunicación: a nadie se le escapa que el desequilibrio de medios afines entre izquierda y derecha en este país, es enorme. No quiero profundizar sobre decisiones que se tomaron en el pasado en esta materia, pero lo cierto es que los socialistas partimos muchas casillas por debajo de nuestros adversarios en cuanto a capacidad de impacto mediático. Con estas reglas del juego ya establecidas de antemano, es evidente que ante una situación tan complicada como la que atravesamos cualquier decisión que se adopte pasar por un ejercicio propagandístico y pedagógico proporcional a su importancia política.

Y ahí hemos fallado sin excusas posibles. Esta legislatura he podido comprobar como muchas de las decisiones correctas que adoptábamos contra la crisis como el PLAN E, la reforma de las políticas activas de empleo o la introducción del modelo alemán en la reforma laboral, eran completamente ninguneadas por los medios hostiles, ignoradas en gran parte por los propios y, sobre todo, por los militantes y ciudadanos. Ante esta circunstancia hubiera sido necesaria una labor de partido que no hemos llevado a cabo. No basta con realizar declaraciones dos días en emisoras o televisiones locales; no basta con escribir artículos en los diarios regionales; no es suficiente con explicarlas en las tertulias familiares o con amigos que podamos tener. Hay que hace eso y más a la vista del desconocimiento general que se tiene sobre éstas.


Por otra parte, otras cuestiones como la subida del IVA, la congelación de las pensiones y la bajada del 5% de promedio de los sueldos de los empleados públicos, más complejas de entender por quienes se vieron perjudicados por ellas (con el IVA, todos) han adolecido del mismo defecto: falta de explicación. Durante esta campaña electoral, cuando alguna persona me ha preguntado por ellas, al atender las explicaciones ha comprendido mejor el por qué de su adopción. Que el IVA español estaba muy por debajo de la media europea y que aún con el incremento sigue estando a 4 puntos, por lo tanto, una reforma estructural necesaria; que en cuanto a las pensiones, solamente se congelaban las contributivas durante un año y que en todo el mandato de ZP se habían incrementado muy por encima del periodo de Aznar; que la bajada de sueldos era la alternativa más suave al eventual despido de funcionarios que otros países acometían (Reino Unido, más de 500.000 y Rajoy diciendo que le "gustaba mucho" el plan de Cameron; Grecia más de 30.000; 25.000 en Irlanda). Y, como explicación general adicional, que nuestra situación como miembros de la UE y de la zona €, comporta un menor margen de maniobra propia que el de un país como Canadá, por ejemplo.


Cuando se adoptan decisiones de este calado, se tienen que machacar e introducir a fuego las explicaciones en las mentes de las personas hacia quienes van dirigidas, repitiéndolas todas las veces que sean necesarias. Visitando tantas agrupaciones como tenga el partido. Atendiendo a todas las peticiones informativas que se produzcan. Reincidiendo en estas acciones cuando ya creemos que todo está bien explicado. Y, además, de manera coordinada. Los parlamentarios que aprobamos estas medidas fuimos los primeros que deberíamos habernos puesto la mochila a nuestras espaldas y calzarnos las botas de campaña. No supimos verlo en su momento aunque era difícil, porque hasta ese momento estudiar el día antes del examen siempre nos había bastado.


Por lo tanto, la labor de partido desde la proximidad y la participación de la militancia era fundamental para encarar la situación. Lo que se dice, "hacer calle".

Al mismo tiempo, a nadie se le escapa que ante el cambio de paradigma que constituye la aparición de las redes sociales, los progresistas contamos con una magnífica herramienta de compensación del desequilibrio mediático aludido. Por primera vez en mucho tiempo, somos capaces de hacer llegar al resto de la ciudadanía la información sin pasar por filtros interesados, al tiempo que permitimos que las dudas que puedan generarse las solventemos al instante o en un plazo mucho más breve de tiempo. Sin embargo puedo afirmar sin dudarlo que más de la mitad de los cargos orgánicos e institucionales del PSOE todavía hoy no tienen un perfil en redes como facebook o twitter, cuando no lo usan exclusivamente para cumplir el trámite.


En consecuencia, creo que el partido debe hacer un intenso ejercicio de reflexión sobre estas cuestiones y enmendarlas. Una Secretaría de Comunicación en las ejecutivas como supervisora y coordinadora de las mismas podría ser un buen comienzo.


- Socialdemocracia: algunos han planteado que es necesario un profundo planteamiento ideológico para hallar las respuestas necesarias a los retos que nos plantea la coyuntura actual. No soy de esa opinión. Considero que la lucha por la igualdad de oportunidades a través de la consolidación del Estado del Bienestar y de las políticas fiscales, es plenamente posible. Que la cohesión y la justicia social son más necesarias que nunca cuando las desigualdades no hacen más que aumentar. Y que, sin el internacionalismo de nuestras propuestas, muchas de ellas devienen en utopías en un mundo globalizado.

Quien haya tenido oportunidad de leer a Eduard Bernstein,  concluirá que no hay nada que variar de su discurso de hace ya más de 100 años. Pero no hace falta remitirse a tiempos lejanos. El excelente "El socialismo de lo pequeño" del compañero José María Benegas ya incidía hace 15 años en la total vigencia de nuestra ideología.


Sin embargo, el problema no es de raíz o génesis. Sino de práctica. Y es que la socialdemocracia es perfecta en su concepción, pero raras veces la hemos visto aplicada sin fisuras en las instituciones que gobernamos. Así pues, cuando comprobamos que la tendencia fiscal en España ha sido la rebaja durante muchos años; que las grandes empresas pagan tipos reales menores que las PYMES; que el fraude fiscal se comete a gran escala por las grandes fortunas de este país y que todo ello repercute finalmente en la correcta manutención del Estado del Bienestar y, en consecuencia, de sus prestaciones, no podemos evitar sentir cierta decepción con nosotros mismos. A todo ello debemos sumar la trampa que constituyó creer a pies juntillas que una mayor libertad y desregulación para los mercados repercutía en más ingresos para el Estado, por lo que se podían pagar las políticas sociales también de esta manera. Tras unos años de espejismo hemos comprobado de manera rotunda lo erróneo de tal planteamiento.


Entiendo, por lo tanto, que no necesitamos buscar en otros costales de harina para hallar las respuestas, sino que estas se encuentran donde siempre han estado: en nuestra casa. Tan solo se trata de permanecer en ella todo el tiempo posible.


- Europa: las dos cuestiones anteriores, me llevan a la última de todas y a la pregunta que muchos nos formulamos en el momento actual ¿Es posible ser un país socialdemócrata en una Europa liberal y un mundo globalizado? Haciendo un ejercicio de honestidad, la respuesta debe ser NO. Cuando es un Parlamento europeo el que traza los márgenes por los que deben discurrir gran parte de nuestras leyes, es lógico que el color político del mismo determine el escenario sobre el que transcurren los acontecimientos. Y hace años que Europa es conservadora. Pero es que  ¿De qué nos sirven unas políticas fiscales progresivas y redistributivas si luego otros países comunitarios tienen unos tipos completamente insolidarios como el caso de Irlanda y su impuesto sobre sociedades? ¿Cómo podemos evitar la evasión fiscal si convivimos con Estados bancarios como Andorra, Suiza, Mónaco y demás paraísos fiscales? Poco pueden hacer nuestras políticas reguladoras laborales si otros países en Europa y el mundo tienen una normativa más atractiva para las empresas que permitan la deslocalización de las fábricas.


Los socialistas europeos debemos comenzar a poner coto a esta situación por una cuestión de pura supervivencia de nuestras ideas. Las próximas elecciones europeas son una oportunidad magnífica para poder confluir con un programa de puntos comunes irrenunciables como la armonización fiscal, la eliminación de los paraísos fiscales en Europa, la introducción de la Tasa Tobin, de los eurobonos y de las agencias de calificación de deuda públicas.


- Conclusión: Hay muchísimas más cuestiones como la introducción de mecanismos de participación mucho más abiertos que los actuales en el partido. Estamos anquilosados en estructuras anacrónicas. El partido debe ser un ente vivo, atractivo y dinámico que permita no solo una mayor implicación de los militantes, sino también de los que pueden aportar sin necesidad de tener un carnet. Tenemos que ser el partido del que nos decimos orgullosos de militar.


Nuestro legado e historia me permiten mirar hacia delante con optimismo y esperanza porque siempre hemos salido adelante cualquiera que fuera el reto que hemos tenido ante nosotros, pero también tengo muy claro que el debate de todas las cuestiones que planteo no debe darse solamente en los próximos meses o semanas, sino que comenzó el día 21 de noviembre de 2011 y que aquellos que no quieran formar parte, están ya fuera de él. Confío en que todos queremos hacer mejor algo que decimos amar tanto.