lunes, 29 de octubre de 2012

LEYES, DISCURSOS Y...ROCK'N'ROLL!!!

El próximo miércoles 31 de octubre de 2012, volveré a subirme a un escenario con una banda para hacer un concierto íntegro y no una canción puntual. Será la primera vez que lo haga desde octubre de 2008 y, por lo tanto, la primera también desde que ostento la condición de parlamentario.

No son pocas las ocasiones que he citado aquí y en otros foros que la música forma parte de mi vida tanto o más que cualquier otra de mis actividades intelectuales, sea el derecho o la política. En cierto modo, cuando subo a un escenario con mi bajo colgando sobre mis hombros genero también un discurso, una declaración. En este caso a través de la música y no tanto de las palabras, pero tan válido como cualquier otro de los que pueda haber pronunciado.

Después de 20 años militando en diversas bandas cifro los conciertos que habré dado en unos 50 o 60. Muchas cosas me han sucedido en ellos y considero que después del tono excesivamente serio de mis últimas entradas, es un buen momento para rememorar de forma desenfadada algunas anécdotas al respecto.

El primer concierto es, al igual que el resto de actividades trascendentes que uno realiza por primera vez, algo que jamás olvidaré. Aunque fue manifiestamente olvidable. Tocábamos 3 canciones en un festival de una localidad de Mallorca: "The house of the rising sun", "Sweet child o'mine" y una de nuestra propia cosecha. Comenzábamos con la versión de Guns and Roses y, a falta de cantante, yo tenía que encargarme de las tareas vocales. Por supuesto, jamás se me hubiera ocurrido tratar de imitar la voz y el tono de Axl Rose, pero en los ensayos con cantar unos tonos más bajos y conseguir afinar pensábamos que ya era suficiente.



El problema es que yo no había calculado el miedo escénico como factor a tener en cuenta. Y aunque solamente estaban presentes nuestros amigos y familiares entre el público, los nervios me jugaron una mala pasada y mis cuerdas vocales se tensaron tanto que, sí, incluso superé los agudos de Axl, pero a mil millones de galaxias de encontrar el tono correcto. Afortunadamente, el guitarrista me socorrió y acabó la canción de manera más o menos decente. Tardé meses en recuperarme de las heridas psicológicas que aquello me creó en términos de autoestima musical.

Sonrió ahora al recordar cuando con Dawholeenchilada se nos ocurrió, como truco escénico, aparecer en el escenario con la máscara de Jason Voorhes, el protagonista de la saga "Viernes 13". Una idea magnífica en lo visual, pero que quizás deberíamos haber puesto en práctica antes de hacerlo directamente en el concierto. ¿El resultado? Con los movimientos y la excitación la máscara se subió impidiéndonos al guitarrista y a mí ver el mástil de nuestros instrumentos y, lo más importante, respirar. Así que medio ahogados la tiramos al suelo 50 segundos después de haber comenzado la primera canción...mientras el resto de la banda seguía con ellas puestas...realmente impactante, lo estúpidos que éramos.

Claro que no siempre fuimos nosotros los que comenzábamos el espectáculo. En un concierto en una lejana localidad mallorquina, llegamos al bar donde debíamos actuar sobre las 8 de la tarde. Que hubiera parejas con bebés en cochecitos bebiendo cerveza ahí dentro, mientras los altavoces atronaban y el humo no te dejaba ver lo que sucedía a escasos centímetros de tu cara, ya hizo que saltaran todas las alarmas. Hicimos la prueba de sonido y nos fuimos a cenar. Al volver media hora antes del concierto, la Guardia Civil nos impide el paso porque estaban llevando a cabo una redada dentro del local. A través de las ventanas pude ver como uno de los agentes buscaba con las linternas en el interior de nuestros amplificadores. Por un momento el temor a que alguien hubiera escondido algo ahí dentro se apodero de mí, pero finalmente no sucedió nada. Tras el consiguiente ejercicio de arqueología a la luz de mecheros por parte de los clientes del lugar cuando marchó la pareja de agentes, el concierto se llevó a cabo sin incidentes reseñables.

Generalmente, cuando uno se sube a un escenario sabe que correo el riesgo de ser increpado por parte del público e incluso de recibir el impacto de algún objeto. Lo que ya no es tan habitual es que sea el propio público el que es insultado desde el escenario...por el grupo actuante. Así sucedió cuando tocando en otro festival (obviaré la banda y el lugar) antes de comenzar la segunda canción, el guitarrista pide al técnico de mesa que baje el volumen del bajo de los amplificadores de referencia internos que estaba, hasta yo lo reconozco, altísimo.

Evidentemente, se lo pidió desde el micro del escenario por lo que todo el público pudo escucharlo. Lo cierto es que una chica que se encontraba entre los asistentes gritó, incomprensiblemente: "¡Que te jodan!" A día de hoy todavía no he podido comprobar si se trataba de Andrea Fabra.  La reacción de mi compañero fue la siguiente (también a través del micro y ante toda la audiencia): "Que te jodan a ti, puta de mierda. La siguiente canción va dedicada a la jodida puta que ha dicho "¡Que te jodan!".  Nos quedamos tan paralizados como el resto de espectadores y solamente pude reaccionar cuando me tocaba entrar en el tema que ya había iniciado mi furibundo colega. Por fortuna, la cosa no pasó a mayores, imagino que por el temor de muchos a enfrentarse a la vehemencia y la agresividad personificada en que mutó, durante segundos, el guitarrista.



Estas son algunas de las anécdotas que acuden rápidamente a mi mente cuando evoco algunos conciertos. Otras creo que es mejor no publicarlas en este espacio. Podrían ser...malinterpretadas.

Tocar delante de un público es una sensación bastante similar a intervenir ante un tribunal o en un acto político. En todas las ocasiones siempre hay un factor de imprevisibilidad que hace enormemente excitante la experiencia, más allá de lo obvio. Este miércoles por fin volveré a encontrarme con esa sensación. Ha sido demasiado tiempo apartado de los escenarios. Será magnífico apuntar con el mástil de mi bajo hacia los asistentes y con la barbilla ligeramente inclinada hacia arriba decir: "He vuelto".
 

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