martes, 25 de noviembre de 2014

LOS INDOMABLES DE LA POLÍTICA

Hay una escena en la película "El indomable Will Hunting" que supone el punto de inflexión de la relación entre el malogrado Robin Williams y Matt Damon. Este fragmento hace que merezca la pena todo el visionado de la obra, porque el diálogo que declaman los actores me parece enormemente acertado, aunque hay que reconocer que funciona por sí solo, como comprobaréis. 

Me refiero, naturalmente, a la escena del parque:


Desde hace un tiempo, la escena política española se ha poblado de "indomables". Se trata en la mayor parte de los casos de perfiles técnicamente muy cualificados, con currículums académicos que contienen siempre carreras universitarias y varios másters. Una gran parte de ellos titulados en Ciencias Políticas o Comunicación, cuando no ambas. 


Se caracterizan, también, por disponer de una batería de medidas o propuestas que ponen de manifiesto cuán estúpidos hemos sido los demás al no vislumbrar lo que ellos con su supremacía intelectual han conseguido descifrar: el sancta sanctorum de la política; la piedra filosofal que permite sufragar las finanzas públicas sin límite; el cielo, según lo que quieren asaltar algunos.


Nada escapa a su omnipotencia y cualquier materia es abordada con idéntico entusiasmo y ausencia de prudencia y humildad. Si hablamos sobre el sistema bancario ellos saben lo que hay que hacer: nacionalizar a los que se porten mal; ¿Los paraísos fiscales y el fraude fiscal? Acabarán con esa lacra y fundarán una nueva sociedad de ciudadanos responsables que pagan alegremente sus impuestos, desde el mecánico del taller a los presidentes de las grandes empresas que no hayan sido expropiadas. ¿Jubilación a los 60 años? Pues claro que sí, ¿Por qué no?


Al igual que pensaba Will Hunting, las opiniones de los demás carecen de validez, sin perjuicio de su contenido, porque no somos tan espléndidos como ellos. Poco importa que esas opiniones estén fundadas en la práctica y la experiencia. En los errores cometidos, en los aciertos. Lo único que importa es que lo que ellos dicen es mejor, porque lo dicen ellos. 


Pero en mi opinión, más humilde que la de esos genios de la política y por lo tanto sujeta a crítica, su actitud es comparable a la de pretender que los libros de botánica huelen a flores solamente porque tratan sobre ellas.





Porque es muy fácil hablar sobre un incremento desorbitado de la partida para políticas sociales de acuerdo con lo que las teorías más intrépidas señalan, cuando nunca se ha gestionado un presupuesto público y se desconocen las consecuencias de hacer promesas milmillonarias sin saber cómo van a financiarse realmente.
Es relativamente sencillo afirmar que la lucha contra el fraude fiscal que tantos estudios e informes han detallado permitirá pagar todas las ideas que de las pizarras van a pasar a las instituciones; pero será porque quieres ignorar que determinadas cuestiones que no dependen de ti, como que la UE no va a eliminar los paraísos fiscales, echan a perder la mayor parte de tus previsiones de ingresos. 


Y es entonces cuando tienes que preguntarte cómo vas a poder pagar una sanidad, una educación y políticas de dependencia si la previsión de ingresos se reduce un 40% aproximadamente de un año a otro. Y te das cuenta que todos esos datos y documentos en los que se reflejan audaces propuestas solamente tienen su utilidad en un escenario económico y social diferente.


Es atractivo para muchos ciudadanos plantear tu programa electoral como un contrato civil cuyo incumplimiento supone la revocación inmediata de tu mandato. Seguro que en las aulas de las facultades de Ciencias Políticas se habrá teorizado mucho al respecto. 


Pero eso es porque nunca han tenido la ocasión de comprobar desde un gobierno, que el programa está basado en previsiones a varios años vista que dependen de multitud de factores sociales y económicos; que ni los sociólogos y economistas más preparados son capaces de garantizar esas previsiones; que cuando la realidad se empeña en variar el rumbo de las cosas es irresponsable continuar con el plan inicial; y que si eres coherente con tu "contrato" a los 6 meses de gobernar puedes tener que dejar de hacerlo. Y el siguiente igual. Y el siguiente igual.


En definitiva, que no pueden darse lecciones desde una supuesta superioridad ética e intelectual cuando se olvida que hace más de 2.500 años que Tucídides dio con una de las claves para comprender que entre hombre y hombre no hay grandes diferencias y que la superioridad consiste en aprovechar las lecciones de la experiencia. 


Que la política no es tanto lo que emana de las materias aprendidas en las facultades universitarias y grandes manuales teóricos, sino de la práctica de esas teorías sobre el escenario de la vida real y que esa práctica, a algunos, nos ha permitido comprobar cuán errónea era la teoría en cuestión. Que con muchos errores hemos conseguido algunos aciertos.

Y que en eso de practicar desde las instituciones el PSOE lleva algo más de 30 años llevándolo a cabo. Y que todavía tenemos que mejorar muchísimo, porque no somos perfectos y cometemos, como decía, errores. Pero que son precisamente los errores los que, a pesar de nuestros aciertos, nos obligan ser humildes y a no decirle a los ciudadanos lo que a todos nos gustaría escuchar, pero no es tan fácil de hacer. Por eso elegimos decir que lo que hacemos es difícil, aunque no todos nos quieran escuchar. Por eso perseveramos. Perseveramos.







  

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